domingo, 1 de abril de 2018

Frasquito (Higuito)

Pedro (Kubala) entrevista a Frasquito (Higuito)
Frasquito como dice Machado, un hombre en el buen sentido de la palabra, bueno

1 comentario:

  1. En las portadas de los periódicos, en las cabeceras de los telediarios, en los informativos radiofónicos se anuncia a bombo y platillo el fichaje de un tal Ronaldo, un ídolo de masas, una figura que sabe hacer rodar como nadie un balón sobre el césped, pero nadie le echa en cara su condición de extranjero, porque se supone que viene a nuestro país a llenar de gloria los domingos de muchos devotos al santoral del balompié.
    En los bares, se olvida que el tal Ronaldo es un emigrante, como el resto de los moros y negros que cruzan el estrecho para supuesta gente comerse nuestro pan, porque esos que vienen sin papeles a trabajar deberían irse a su tierra, porque los españoles que en los sesenta cruzaban nuestras fronteras lo hacían con sus papeles (el Marca o el ABC, para leerlo y luego usarlo en caso de necesidad). Pero ajeno al espectro de la xenofobia que pulula por los campos de nuestra querida España, esa España mía, esa España nuestra, como decía la canción, existía un hombre sencillo, un tonto de un pueblo llamado Conil, y que sin saber de leyes de extranjerías, ni de complicados tratados de derechos humanos ni de dónde quedan las fronteras de la Europa del euro y del África del hambre, escondía en un campo a los que para él eran sus amigos , que habían llegados tendiendo su vidas en las peligrosas azoteas del estrecho y que veían secarse sus esperanzas de una vida mejor nada más pisar la otra orilla.
    A ese ser humano que representa la cara oculta de la solidaridad le llamaban Higuito. Ya no volverá a llevarle comida a los emigrantes que ocultaba, porque un accidente le cerró las puertas de la vida, pero posiblemente allá donde s esté lo ficharan como a una estrella, porque ayudó a unos seres humanos a marcar un gol a la intolerancia superando las barreras hechas por los hombres, y a no temer a los penaltis pitados de forma injusta por los hombres de verde que los arrestan. Todo ello sin saberlo.
    Del libro de Paco Marín Cuando habla el Levante

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