La delicia de verlo jugar mirando siempre hacia arriba, la de hacer un sombrero, un caño una ruleta, acariciar la bola, ocupar espacio, ofrecerse al compañero, tan solo con verlo pisar el terreno de juego se le ve esa elegancia, esa magia futbolera de creación de juego, de saber, de ser, de estar .
Si además de todo lo anterior es buena persona, como es el caso de Adrián, pues, apaga y vámonos
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