1997 fue el año que tuve la suerte de entrenar al equipo juvenil Burreño, con la persona mas buena haciendo grupo, haciendo equipo, aconsejando y llevando a ser mejores personas a un grupo de chavales, que hoy por hoy aún juegan juntos y comparten amistad. Siempre recordaré aquellos desayunos en el bar La Grasa a las 9 de la mañana, para después irnos a los partidos.